NUEVO BRAZO DE ARMAS, DE LA PROTO EPARQUÍA DE IBERIA
Tuesday, April 25, 2006
Sunday, April 23, 2006
BRAZOS DE ARMAS
NUEVO REGLAMENTO DE BLASONES.-
ORDEN DE LA DOBLE CORONA TEOCRÁTICA DE TADMUR.-
ORDEN DE MÉRITO, INSTITUÍDA POR POR EL CONSISTORIO SAGRADO POR PROCEDIMIENTO DE 06/01/1.880 (REG. Nº 0117/1.880 A.D.)
MODERADOR: S.M.I.R.A. KYROS IOANNÉS DANIEL I KHRISTOPHOROS, MEGAS BASILEUS, BASILEUS BASILION, DE IURE, 1.867-1.923.
LA ORDEN PERTENECE AL PATRIMONIO DINÁSTICO DE LA CASA IMPERIAL DE TADMUR.
Que al darle el nombre de la Doble Corona de Tadmur, se refiere a la Corona de Teokrator y Basileus, se define entre las Ordenes de Caballeros Cristianos que han consagrado defender y difundir la verdadera fe cristiana, rindiendo una vez mas el homenaje de las generaciones actuales a las Iglesias Autocéfalas de Oriente, y por ella al Cristo, Segunda Persona de la Augusta e Indivisa Trinidad, fuente de todo y para todos.
La Orden de la Doble Corona Teocrática de Tadmur, será la distinción que esta Casa Real otorgue a connacionales y extranjeros que se hayan distinguido por sus servicios y obras personales y merezcan gratitud, así como fe en nuestro patrón y creencia profundamente cristiana.
ORDEN DE SAN JORGE MEGALOMÁRTIR, OS.+G
La Orden de San Jorge Megalomártir tiene su origen en la "Caballería aurata Constantiniana" (Aurata por el collar de oro que llevan los altos dignitarios) que el Emperador Constantino creó en el año 312 d.c. después de la victoria a Majencio en Puente Milvio.
Victoria que conseguió con el favor divino por la visión santa de la Cruz en el Cielo con la escrita "In Hoc Signo Vinces", que luego, fue grabada en los estandartes y en las armaduras de sus hijos y de sus oficiales, conocido como el Lábaro.
Constantino, para agradecer a Dios, creó la primera orden caballeresca, armando caballeros a unos cincuenta hombres, y otorgó la libertad de culto a los cristianos. La prueba es el medallón de Constante (337-350), hijo de Constantino que lleva el lábaro con el Cristograma "XP".
Según una tradición histórica la Orden nació en 1190 bajo el Gran Magisterio del Emperador de Oriente Isaac II Ángel Flavio Comneno, bajo total protectorado de la Casa Imperial y de la Tradición Religiosa de Oriente, autor del primer Estatuto de la Orden, ciertas Casas Reales que proclaman su derecho, por vía Comnena afirman lo siguiente “ y los Comnenos lo mantuvieron aun después de la pérdida del trono en 1453 contra los musulmanes.”El Emperador que pierde Constantinopla en manos de los Turcos, no fue un Basileus de la Dinastía Comnena, sino de la Dinastía Paleóloga, últimos Soberanos del Imperio de Oriente, cuyos descendientes legítimos son los titulares de la Domus Augusta.Siendo patrimonio exclusivo de la Domus Augusta, de sus legítimos descendientes, y de los Príncipes de la Teocracia Ecuménica, cuyo derecho se ve en el escudo al poder portar dicho collar y la fecha del 312, así como la Profecía dada a San Constantino.
Cabe diferenciar que dicha Orden está bajo el Protectorado de la Iglesia Ortodoxa Oriental. Recordemos que en el 16 de julio de 1.054 se rompieron las relaciones entre las dos tradiciones cristianas, precisamente por el reconocimiento de Carlomagno, y que la Iglesia Ortodoxa se definió documentalmente como tal, cuando el Cardenal Humberto de Silva Cándida, legado del Papa León IX, depositó, en presencia del Basileus, la Bula de Excomunión contra el Patriarca Miguel Cerulario, en el Altar Mayor de la Catedral de Santa Sofía de Constantinopla y partió para Roma en compañía de los Arzobispos Federico de Lorena, y Pedro de Amalfi.
El Patriarca, que nunca desaprovechaba la ocasión de manifestar su antirromanismo, excomulgó a su vez al Papa y a sus legados, consumando una ruptura que se incubaba desde hacia siglos.
Por otro lado, fue precisamente en 1.934 en Éfeso, cuando Su Santidad el Papa Pablo VI, y su Beatitud Atenágoras, rompieron la enemistad aboliendo mutuamente la ruptura que se inició en el S. XI.
Cabe entonces diferenciar otras Órdenes de carácter Romano Latino, bajo el Protectorado de la Santa Sede, y las Órdenes legítimas de tradición Ortodoxa, bajo el Patronazgo de las Casas Imperiales en el Exilio y la Iglesia Ortodoxa.
Fue Calixto IIIº, quién reconoció a la rama Católico Latina de los Príncipes de Drivasto la protección y otorgó beneficios, lógicamente sin contar con los Patriarcas Ortodoxos, ni los demás Príncipes Imperiales; hay que comprender que las dos Iglesias no se reconocían mutuamente.
Curiosamente fue la Casa Real de Nápoles, quién recibe a como refugiado a Su Santidad el Papa Pío IX, cuando el conflicto de anexión de los Estados Pontificios al Reino de Italia, en 1.849, fue recibido por el Rey Fernando II de Borbón, Gran Maestre de la Orden Constantiniana de San Jorge.
Por otro lado Su Alteza Serenísima la Gran Princesa Doña Gerónima Catterina Giovanna Bianca Emmanuela María Magdalena de Vicenzi di Carmania es recibida en la Ortodoxia, para poder desposarse, con Su Majestad Imperial y Real Kyros Petros III Mikhael X Kristophoros, Jefe de la Domus Augusta, Gran Príncipe De Emmanuel Paleólogo, en pleno S XIX, y Títular de la Orden de San Jorge Megalomártir.
EN EL BLASÓN DEL MARGEN DERECHO, SE PUEDE OBSERVAR EL COLLAR DE LA O.S+G, DE LA TRADICIÓN DE ORIENTE
ORDEN DE LA RAZON.- España
Orden instituida en 1385 por el rey Juan I de Castilla, con los mismos estatutos que la orden de la Paloma, con la diferencia que en la de la Razón sólo eran admitidos los hijos de hidalgo que por sus méritos y buenas acciones se hacían dignos de esta distinción. Cuando acompañaban al rey, llevaban un estandarte blanco liado de gules y suspendido de una cadena de oro.
ORDEN DE LA PALOMA.- España
Orden instituida por Juan I de Castilla en 1379, el día de Santiago, cuando se hallaba en Segovia, en cuya iglesia armó caballeros a muchos nobles del reino.
Los de esta orden se obligaban a defender la religión cristiana de los ataques de los musulmanes, a amparar a las doncellas, viudas y huérfanas, a rezar diariamente por los caballeros difuntos de la orden, a guardar la castidad conyugal y a observar pureza de costumbres. Usaban por insignia un collar de oro, del cual pendía una paloma del mismo metal, rodeada de rayos.
ORDEN DE LA JARRA.- España.
Orden fundada por el infante de Castilla, Fernando el Justo, hijo de Juan I, en 1410, con el fin de perpetuar la memoria de la gran batalla que ganó a los musulmanes, y de la toma de la ciudad y castillo de Antequera, y con el objeto de defender la religión católica de los ataques de los infieles. Cuando Fernando el Justo subió al trono de Aragón estaba esta orden en su mayor auge, pero quedó en desuso después de su muerte.
Sunday, April 16, 2006
ORDEN DE DAMAS NOBLES DE ZENOBIA AUGUSTA
La Magnus Regibus Tadmuriensis, Basileus de Iure, la honran desde el 12 de enero de 1.901, por Procedimiento Consistorial Sagrado: S.M.R.I.A. Kyros Iones Daniel I Khristophoros, Megas Basileus (1.867-1.923), de la Teocracia Ecuménica, con la Orden de las Damas de Zenobia Augusta, Orden solamente para mujeres, que tiene entre sus fines en el Artículo 5:
1- La Mayor Gloria de Dios
2- Colaborar con el crecimiento Espiritual de la Humanidad
3- Reconocer en la Mujer la función de custodio del resto de la Creación, como fuente de vida y de equilibrio
4- Ayudar a la Humanidad en su Pasaje por la Tierra
5- Fraternidad entre los Hermanas de la Orden y entre éstos y otras Ordenes que sientan también amor a Maria Santísima en cualquiera de sus advocaciones 6- Contribuir a recrear una mente, un corazón en la Igualdad de las mujeres ante los Hombres.
Bajo su protección, como preceptor de ella y de sus hijos estuvo Pablo de Samoasta, de quién sería discípulo Arrio. Zenobia fue mecenas del conocimiento y de las ciencias en Oriente.
ORDEN DE LA ESCAMA.- España
ORDEN DE LA ENCINA.-España
Orden de caballería instituida en el año 722 por García Ximénez, rey de Navarra, con la denominación de Encina, para dar un público testimonio de gratitud a Dios, pues en una batalla que libró contra los musulmanes, le pareció ver sobre una encina, una cruz resplandeciente adorada por dos ángeles.
Con esta visión cobró gran ánimo, y habiendo ganado la batalla, tuvo la firme convicción de que debía la victoria a la aparición de aquella sagrada cruz. Los caballeros de esta orden tenían por divisa una encina verde, sobre un medallón de oro, y una cruz ancorada de gules. En el estandarte había bordado, por un lado tres coronas, y por el otro, una encina de la cruz y la leyenda: Non timebo millia circundantes me.
ORDEN DE LA BANDA.- España
Orden de caballería instituida en 1330 por Alfonso XI, rey de León y de Castilla, para dar una prueba de su magnificencia a los grandes señores de su corte y alentarles a defender la religión católica. S
ólo eran admitidos en ella los hijos de las familias más ilustres; pero bastaba que cualquiera usase la banda, que era de tafetán carmesí, y saliese victorioso del duelo o desafío que dos caballeros de la orden se encargaban de sostener, para que se le admitiese en la misma. Abolida por los Reyes Católicos y restablecida por Felipe V, quedó pronto sepultada en el olvido.
La divisa de los caballeros de esta orden era una cinta roja de tres dedos de ancho puesta en forma de banda. Tras caer en desuso, muchos hijos de los que habían pertenecido a ella la trasladaron a sus escudos de armas.
Los que se hallaron en la batalla del Salado, que el rey Alfonso XI ganó a los infieles en los campos de Tarifa el 30 de octubre de 1340, añadieron a sus escudos dos cabezas de dragones en ademán de tragarla, para simbolizar la fortaleza y valor con que en dicha batalla consiguieron gloriosos triunfos sobre sus enemigos.
Sunday, April 09, 2006
ORDEN DE LA AZUCENA.- España
Orden de carácter benéfico y de caballería, instituida en 1413 por Fernando I, rey de Aragón; su objetivo principal era socorrer a las viudas y huérfanos, así como defender la religión católica.
Su divisa fue una jarra de azucenas, resaltada de un grifo, del que pendía la imagen de Nuestra Señora de la Antigua, esmaltada de azul, adornada de estrellas y con el Niño Jesús en su brazo derecho.
SAGRADA ORDEN DE LOS QUERUBINES.-
ORDEN NOBILIARIA, DESTINADA A LOS GRANDES DIGNATARIOS DE LA CASA DE TADMUR Y DE LA TEOCRACIA ECUMÉNICA, CON RELEVANTES SERVICIOS A LA HUMANIDAD, Y A LA SEDE TEOCRATICA DE ORIENTE. INSTITUÍDA POR PROCEDIMIENTO DEL CONSISTORIO SAGRADO, DE 06/01/1.880 A.D. (REG. Nº 0121/1.880 A.D.) MODERADOR; S.M.I.R.A. KYROS IOANNÉS DANIEL I KHRISTOPHOROS, MEGAS BAILEUS, BASILEUS SALIION DE IURE , 1.867-1.923).
Que la Orden tendrá por finalidad reunir a todas aquellas personas de buena voluntad, que defienden un mismo ideal espiritual; señalar el reconocimiento caballeresco a todos aquellos Nobles , Príncipes y Religiosos de cualquier creencia que con su esfuerzo contribuyen al progreso, al bienestar , a la cultura, al buen entendimiento y solidaridad internacionales, y potencien el conocimiento de la Real Casa de Tadmur.
Que al darle el nombre de la Sagrada Orden de los Querubines, se refiere a la Orden Nobiliaria de mayor Honor de la Corona de Theokrator y Basileus, se define entre las Ordenes de Caballeros Cristianos que han consagrado defender y difundir la verdadera fe cristiana, rindiendo una vez mas el homenaje de las generaciones actuales a las Iglesias Autocéfalas de Oriente, y por ella al Cristo, Segunda Persona de la Augusta e Indivisa Trinidad, fuente de todo y para todos.
ORDEN DE ISABEL LA CATÓLICA.-España
Orden instituida por el rey Don Fernando VII el 24 de marzo de 1815 bajo la protección de Santa Isabel, reina de Portugal, para premiar los ritos contraídos y servicios prestados en defensa de las posesiones de Ultramar.
El jefe soberano de la orden es el rey. En el momento de su fundación sus miembros se dividieron en tres clases: grandes-cruces, comendadores y caballeros; su número es ilimitado.
Los grandes-cruces tienen el tratamiento de Excelencia, en virtud de la Real Orden del 24 de marzo de 1815.
Según el artículo 16 del Real Decreto del 26 de julio de 1847, la orden americana de Isabel la Católica debe tener el mismo número y denominación de categorías que la de Carlos III y seguir las mismas reglas que ésta; no pueden pasar de doscientos los comendadores, ni de ochenta los grandes-cruces.
En el artículo 21 de este mismo real decreto, se señalan los derechos de títulos de esta orden.
24.1) Divisa.
La insignia de los primeros es una banda de seda ancha, que se lleva terciada del hombro derecho al costado izquierdo; es blanca en el centro, y de color dorado en los costados; está ribeteada de un filete blanco; une la banda un lazo de cinta más estrecha con los mismos colores, y de ella pende la cruz de la orden. Ésta es de oro, con cuatro brazos centellantes en sus extremos; esmaltada enojo y flanqueada de rayos de oro. En el centro hay un escudete con las columnas de Hércules, dos mundos cintados de oro y una corona real. Rodea el escudete una bordura blanca, y en ella, una leyenda en letras de oro: A la lealtad acrisolada.
El reverso tiene la leyenda: Por Isabel la católica, Fernando VII; encima de la cifra de éste, en el centro del escudete sobre esmalte azul, hay una corona real. La cruz está surmontada de una corona olímpica de oro formada con ramas de olivo.
La placa, que sólo usan los grandes-cruces, es de oro de igual forma y esmalte que la cruz, con la diferencia de que en la parte superior de la bordura del escudete está colocada la leyenda del anverso, y en la inferior la del reverso; en el centro sobre esmalte azul, figura la cifra y la corona.
Los comendadores llevan la misma cruz que los de la categoría anterior, con una cinta más estrecha, rodeada por el cuello y pendiente sobre el pecho.
Los caballeros de la orden la ponen en el primer ojal de la casaca.
Los cardenales, arzobispos y obispos que pertenecen a la orden y categoría de grandes-cruces la llevan en sotuer sobre el pecho, con la cinta ancha ya explicada; la placa va colocada en la parte izquierda de la capa o manteo.
Los eclesiásticos que son comendadores la usan como los demás de esta clase, y los caballeros sacerdotes la llevan también en sotuer, pero pendiente de un cordón negro.
El traje de los grandes-cruces para las funciones solemnes consiste en: una túnica de tercianela blanca con un bordado de hilo de oro, manto de la propia tela, también de color dorado, muceta blanca, dos fajas del mismo color bordadas en oro, zapato blanco con lazo dorado, sombrero a la antigua española con plumas blancas y doradas, y un collar sobre la muceta.
El collar de la orden está compuesto de eslabones interpolados; unos forman un arco y una aljaba de oro cruzados, otros, un cuadrilongo también de oro con dos flechas puestas en cruz; unos y otros están unidos por medio de un óvalo de oro esmaltado de azur; el primer óvalo tiene en el centro la cifra F. VII, de oro; el segundo, dos mundos surmontados de la corona real, también de oro. Pendiente del extremo del collar, cae sobre el pecho la cruz.
En los días de gran gala puede usarse la venera adornada de pedrería, pero no es permitido hacer alteración ninguna en la forma ni en el tamaño de la cruz.
El secretario de la asamblea suprema de la orden usa la cruz pendiente del cuello, una banda como los grandes-cruces y la placa, aunque de menores dimensiones.
Wednesday, April 05, 2006
CONSEJO DE ORDENES DE LA CASA DE TADMUR
ORDEN DE CALATRAVA
Orden militar hispánica que debe su nombre al castillo de Calatrava la Vieja (Ciudad Real), primer lugar que defendieron sus freires y cabeza visible de la organización militar. Su expansión territorial le llevó a controlar una enorme cantidad de territorios entre las actuales provincias de Ciudad Real, Toledo, Albacete, Valencia, Alicante y Córdoba, pues su función principal era la de controlar las rutas terrestre que enlazaban Toledo con Andalucía y defenderlas primero de la invasión almohade y, más tarde, del reino nazarí de Granada.
Origen y desarrollo de la Orden .
La orden de Calatrava surgió como consecuencia de la imposibilidad de los Templarios, asentados en la corona de Castilla desde principios del siglo XIII, de defender el castillo de Calatrava la Vieja contra la imparable maquinaria militar almohade.
En el año 1157, responsables de la orden jerosolimitana entregaron el castillo al monarca castellano Sancho III quien, a su vez, prometió entregar la custodia y la tenencia de la fortaleza a la persona que lo defendiera. El guante fue recogido por dos jóvenes toledanos: San Raimundo de Fitero, abad del monasterio cisterciense sito en esta villa, y su discípulo Diego Velázquez, un místico enamorado de los ideales cruzados encarnados por los milites christi. Ambos personajes, acompañados por muchos monjes y laicos toledanos acólitos a las indulgencias prometidas, tomaron posesión del castillo un año más tarde y lo defendieron con relativo éxito hasta 1160.
En ese año falleció San Raimundo, pero la orden ya vestía el hábito cisterciense y Diego Velázquez había redactado una regla para la convivencia de los freires basada en la benedictina. El nuevo abad monástico fue rechazado por los nuevos caballeros, quienes eligieron a un maestre laico, don García, y los monjes que desearon continuar con su vida religiosa regresaron a Fitero.
En el año 1164 el maestre consiguió una bula de confirmación y protección por parte del papa Alejandro III, lo que sirvió de acicate para que el Capítulo general de la orden cisterciense los acogiese en su seno como orden militar, nombrando al abad de Scala Dei como patrocinador y aceptando la regla de convivencia redactada por Diego Velázquez.
Aún tuvieron que transcurrir algunos años para que la nueva orden quedase incorporada oficialmente al Capítulo cisterciense, prebenda que se alcanzó en el año 1187 bajo el maestrazgo de Nuño Pérez; desde ese año, el abad francés de Morimond quedó delimitado como máxima autoridad, mediante bula expedida por Gregorio VIII y la confirmación del Capítulo general del Císter en 1199.
Para los inicios del siglo XIII la orden de Calatrava ya tenía sus primeros estatutos, aceptados por Inocencio III el 28 de abril del mismo año. A partir de entonces, se dedicaron a su oficio militar con tan buenos resultados que el monarca castellano Alfonso VIII le concedió varios castillos y fortalezas manchegos (Caracuel, Malagón, Alarcos...), así como varias prebendas económicas. También el rey de Aragón Alfonso II, les cedió la fortaleza de Alcance, donde los de Calatrava organizaron una encomienda para ayudar a los aragoneses en su expansión por Valencia. Sin embargo, en el año 1195 resultaron derrotados en la batalla de Alarcos por los musulmanes, por lo que se replegaron hacia su cabecera de Calatrava esperando acontecimientos.
De las Navas de Dolosa a la conquista de Andalucía.
En los primeros años del siglo XIII los freires de Calatrava volvieron a actuar en territorio musulmán, capturando para las huestes cristianas el fenomenal castillo de Salvatierra, uno de los puntos estratégicos claves de los almohades. Este acontecimiento, inusual para la época, hizo reaccionar a los musulmanes de manera fulminante, que en el año 1211 armaron todo su ejército y se adentraron en territorio castellano no sólo para recuperar el castillo sino para dar un escarmiento ejemplar a los osados cristianos.
La hábil maniobra de los ejércitos castellanos, asesorados estratégicamente por el propio maestre de Calatrava, Ruy Díaz, propició la derrota almohade en la célebre batalla de las Navas de Dolosa (1212), dejando el camino libre hacia la Andalucía musulmana. Desde el punto de vista interno, el perfecto funcionamiento de las tropas de la orden provocó que desde esta fecha su dominio efectivo de casi toda la región manchega fuese casi absoluto, entrando en diversas competencias con las autoridades urbanas de Ciudad Real.
Pese a todo, el siglo XIII puede definirse como el de la culminación de la orden en su labor militar, lo que implicó, a su vez, un enorme crecimiento económico de su organización. Efectivamente, la orden fue la responsable efectiva de la repoblación manchega, con sus concesiones de territorios y cartas de población o fueros a los pobladores. No obstante, el crecimiento económico más acusado se debió a la entrada de los freires en el negocio del ganado, causa devarios conflictos con obispados y ciudades que, generalmente, fueron resueltos gracias al prestigio de los freires.
Entre los años 1219 y 1222 la orden de Calatrava absorbió varias otras órdenes menores, como la de Monfrag, la leonesa de Alcántara y la portuguesa de Avis, además de iniciar una profusa labor de fundación monástica por toda Castilla la Nueva. Poco más tarde, durante el reinado de Fernando III el Santo, los freires de Calatrava fueron pieza indispensable en la conquista de Andalucía: participaron con éxito en las batallas de Víboras (1224), Sevilla (1225) y Baeza (1226), así como en diferentes asedios a las ciudades de Córdoba y Jaén, tras lo cual su función principal fue vigilar la frontera con el reino de Granada, labor para la cual se les cedieron tres importantísimas fortalezas sureñas: Priego, Cabra y Osuna.
El rey castellano Alfonso X el Sabio quiso trasladar el dominio solariego de la orden desde Calatrava hacia Osuna, en un intento de acabar con las innumerables disputas que el concejo de Ciudad Real y los freires mantenían por diversas cuestiones, pero los sucesivos maestres se negaron en rotundo: desde hacía tiempo, los maestres y altos cargos de la orden habían abandonado las incomodidades del castillo de Calatrava para residir en el confortable palacio de Almagro. Pese a todo, desde sus posiciones andaluzas la orden fue también importantísima para frenar el avance de los benimerines norteafricanos, a quienes combatieron y vencieron en las batallas de Algeciras (1309), Martos (1315) y El Salado (1340).
La orden en las luchas civiles peninsulares.
Ya se ha citado anteriormente cómo durante el reinado del Rey Sabio comenzaron los primeros problemas con la orden de Calatrava. Hacia finales del siglo XIII el maestre manchego era una de las personas más poderosas del reino de Castilla, por lo que el puesto, además de ser codiciado por multitud de nobles castellanos, tuvo que soportar la injerencia del cada vez más efectivo poder regio.
La culminación de los enfrentamientos con Alfonso X fue la fundación, auspiciada por éste, de la ciudad de Villa Real, en el pleno centro del señorío solariego de la orden de Calatrava; en contrapartida, los freires apoyaron la rebelión de su hijo Sancho IV en el año 1282 y, más tarde, defendieron a Fernando IV el Emplazado, de la facción nobiliaria que quería deponerle, aludiendo los derechos de los infantes de la Cerda y de los Manuel.
El duro contrincante del poder regio en esta época fue, quizá, uno de los maestres más importantes de la orden: don Garci López de Padilla (1297-1336), quien acogió, en el año 1319, de buen grado en el seno de su organización militar a las dos órdenes hispánicas, Montesa y Cristo, que quedaron huérfanas de cabecera después de que el concilio de Vienne (1312) declarase la disolución de los Templarios. Pese a todo, entre los años 1320 y 1335 el maestre se tuvo que enfrentar a un problema mayor, como fue la rebeldía de muchas encomiendas que, seducidas por falsos pretendientes al maestrazgo, provocaron una especie de cisma en la orden; fue necesaria la intervención del propio abad de Morimond, así como vicarios enviados para inspeccionar el problema, para que el cisma fuese resuelto, no sin provocar varias reformas de los primitivos estatutos.
Desde la subida al trono castellano de Pedro I (1350) hasta la entronización de la Reina Católica (1474), las continuas revueltas nobiliarias del reino hicieron bastante mella en la bien organizada orden. La importancia del puesto de maestre, aunque menor que Santiago o Alcántara, era tomado por los nobles como un trampolín desde donde acceder a las otras órdenes, verdaderas reservas económicas y militares de Castilla durante los siglos XIV y XV.
A pesar de la general neutralidad de la orden en la Guerra Civil Castellana (1366-1369), varias encomiendas ayudaron solapadamente al pretendiente Enrique de Trastámara en la batalla de Montiel (1369), librada en las tierras del Campo de Calatrava. Quizá esta ayuda desleal provocó que la orden de Avis portuguesa fuera retirada de la obediencia al maestre por el rey Juan I. El siglo XV, pese a continuar con las disputas civiles, significó para la orden de Calatrava la vuelta a su labor de lucha contra los musulmanes para la que había sido creada: los freires volvieron la luchar contra los granadinos en la toma de Antequera (1410), capitaneados por el infante Fernando, y en la batalla de la Higueruela (1431), bajo el mando del condestable de Castilla Álvaro de Luna. Sin embargo, los problemas internos persistieron, puesto que los nobles ambiciosos no cejaron en su empeño de controlar la orden para sus intereses privados; entre ellos destacaron especialmente tres maestres: Enrique de Villena (1405-1414) y, con especial y famélica ambición, Pedro Girón (1445-1466), hermano del poderoso Juan Pacheco, marqués de Villena, y el hijo de aquél, Rodrigo Téllez Girón (1466-1482). A pesar de que el proceso de absorción del reino de Granada cobró vida durante el reinado de los Reyes Católicos, la orden de Calatrava parecía más un quebradero de cabeza para los monarcas debido a la deslealtad de sus maestres que la punta de lanza de las campañas contra los musulmanes.
Declive y desaparición de la Orden .
Diez años antes de la definitiva toma de Granada, los Reyes Católicos intentaron persuadir a las diferentes órdenes militares peninsulares para que cedieran el maestrazgo a la corona, reservándose para la organización interna únicamente la administración. La orden de Calatrava aceptó la propuesta en 1485, lo que valora sustancialmente el tradicional espíritu religioso-militar de sus militantes.
Tras la muerte del último maestre, García López de Padilla (1487), Fernando el Católico acaparó también la administración, concesión legitimada por Alejandro VI en 1492 y concedida a perpetuidad a la corona española mediante bula de Adriano VI en 1523. No obstante, los Reyes Católicos no descuidaron una organización que, tomada Granada en 1492, se había quedado aparentemente sin motivos para su existencia; entre 1492 y 1516 hubo hasta siete Capítulos generales de la orden en los que se trataron, entre otras cosas, de su reorganización como fuerza policial en Andalucía, cuestión que contó incluso con el apoyo de su responsable cisterciense absoluto, el abad de Morimond. Sin embargo, la muerte del rey Fernando y la llegada a España de Carlos I acabó con las esperanzas de una buena solución para los freires.
Alejado de todo espíritu relacionado con la orden, el emperador Carlos intentó por todos los medios recortar el poder del abad francés, a la sazón estado enemigo de España, para lograr que el prior de Calatrava fuese español. La tenaz persistencia del Habsburgo logró la desvinculación de Morimond, pero la suerte de la orden feneció con ello: los sucesivos monarcas de la Casa de Austria únicamente usaron las propiedades de Calatrava con objeto de garantizar el pago de los empréstitos y deudas contraídas con las familias banqueras de Europa. La enajenación territorial y financiera del maestrazgo y de sus encomiendas fue total entre los siglos XVI y XVII; a pesar de ello, y teniendo en cuenta que Calatrava nunca fue tan rica como el resto de sus hermanas peninsulares, los freires vivieron una situación de desahogo económico durante estos siglos, a pesar del brutal despojo territorial, gracias a una casualidad: entre sus múltiples regalías estaba contemplada la explotación de las minas, y casualmente el mercurio de las de Almadén era necesario para refinar la plata que llegaba desde América.
Todo ello supuso un enriquecimiento de la orden, aunque muchos de sus freires se tuvieron que convertir obligatoriamente en mineros esporádicos. Debido a la explotación de Almadén la orden de Calatrava consiguió sobrevivir durante el siglo XVIII, pero las leyes de Desamortización de los bienes de clero (1835) acabó con todas sus pertenencias, privilegios y regalías, como sucedió con el resto de órdenes militares en España.
Estatutos y funcionamiento interno
Como toda orden militar, los freires de Calatrava eran tanto laicos como eclesiásticos que juraban respetar los tres votos monásticos clásicos: pobreza, castidad y obediencia. Su estatuto principal derivaba de la transformación militar de la regla cisterciense, por lo que estaban obligados a deberes litúrgicos y ascéticos como cualquier observante del Císter, pero también se beneficiaban de sus contrapartidas, entre las cuales la principal era la de no estar sujetos a la autoridad de la diócesis correspondiente.
A partir del siglo XVI las costumbres se fueron suavizando, sobre todo en lo referente al celibato (que fue eximido para los laicos por bula de Paulo III en 1540) y en los deberes litúrgicos (reducidos a unas cuantas misas y oraciones).
Al igual que el resto de órdenes militares, la célula básica de Calatrava era la encomienda, regida por un comendador. En la parte superior del organigrama se encontraba el prior, que debía ser monje y era nombrado por el abad de Morimond (quien se reservaba el derecho de aprobación de cualquier decisión); por debajo de él se situaba el maestre, elegido por la asamblea de comendadores y freires (Capítulo general) y que contaba con todos los poderes de un abad (salvo los espirituales, pues el maestre siempre solía ser laico). El brazo derecho del maestre, sobre todo en el campo estrictamente militar, era el comendador mayor, quien estaba capacitado incluso para regir la orden mientras se elegía un nuevo maestre o en ausencia de éste (hecho que aconteció muchísimas veces en la dilatada existencia de Calatrava). Otros cargos menores pero con relativa importancia eran los de clavero (guardián de la sede principal), obrero (encargado de la seguridad y el mantenimiento de todos los edificios de la orden) y el capellán mayor, que se encargaba de la correcta actuación de los que eran, como él, capellanes, es decir, aquellos freires clérigos que, sin ser monjes, acataban la regla de la orden y los mismos derechos de cura animarum (siempre con la autoridad principal del prior). En fin, un sencillo organigrama no exento de efectividad sino todo lo contrario, como se ha podido observar en este recorrido histórico por la orden de Calatrava.
ORDEN DE BORGOÑA
Orden de caballería fundada en Borgoña, el 22 de junio de 1535 por el Emperador y Rey Carlos V, tras la conquista del reino de Túnez; con la que quiso perpetuar la memoria de este acontecimiento y dar público testimonio de reconocimiento a los favores recibidos de la Divina Providencia.
Su divisa era un collar semejante al del Toisón de oro, del que pendía una cruz de aspa, con el epígrafe Barbarie.
A pesar de la decadencia de esta orden, la cruz de Borgoña ha seguido usándose en España en las banderas militares hasta nuestros días; aún hoy las personas agraciadas por S. M. con algún empleo de la Casa Real, al prestar el juramento, lo hacen por la señal de la cruz de Borgoña.
Monday, April 03, 2006
ORDEN DE ALCÁNTARA, ANTIGUAMENTE DE SAN JUAN DEL PEREIRO
Orden militar fundada en 1166 o, según otros autores, en 1156, por Suero Fernández Barrientos junto con un grupo de caballeros salmantinos.
Fue, primeramente, aprobada por don Orduño, obispo de Salamanca y monje cisterciense. La bula de conformación fue dada por el papa Alejandro III en 1177 bajo el nombre de San Julián de Pereiro o del Peral, declarándose el rey de León, Fernando II, protector de dicha orden. Su primer gran maestre fue el mismo fundador.
Su nombre cambió a raíz de la concesión que les hizo el rey Alfonso IX, de la ciudad de Alcántara, reconquistada en el año 1213, de donde tomaron la nueva denominación. Adoptaron la regla del Císter y en un principio dependieron de la orden de Calatrava, cuyo maestre tenía el derecho de visita.
En 1183 obtuvieron del papa Lucio III jurisdicción propia y su maestre gozó de los mismos derechos y prerrogativas que los demás maestres de las otras órdenes militares. En 1494 los Reyes Católicos incorporaron el maestrazgo de la orden a la Corona de Castilla y obligaron al maestre Juan de Zúñiga a cesar.
Poco después, en 1540, el Papa Pablo III dispensó a sus miembros del voto de castidad, por lo que desde entonces, como las demás órdenes militares, se fue convirtiendo en una institución puramente honorífica sin connotaciones monásticas.
LA ORDEN ECUESTRE DEL SANTO SEPULCRO
Esta orden nació en la época de las Cruzadas y fue iniciativa de Godofredo de Bonillón, el conquistador de los Santos Lugares, en la primera Cruzada, armando cincuenta caballeros sobre el sepulcro del Redentor. Una Cruzada que se caracterizó por la violencia de la lucha: el mismo Godofredo declaró que al entrar en Jerusalén, los caballos de las huestes cristianas galopaban sobre ríos de sangre y que ésta "llegaba hasta las rodillas de sus monturas".
Aunque parece un tanto exagerada tal afirmación, lo cierto es que, en efecto, la batalla fue sumamente sangrienta, lo que no deja de ser un contrasentido; allí donde Jesús predicó la paz entre todos los hombres, hubo lucha, sufrimiento y muerte. En lo que respecta a la Orden del Santo Sepulcro, no cabe la menor duda de que, en efecto, en su fundación participaron cincuenta caballeros y así lo hace notar el poeta Torcuato Tasso: Son cincuenta guerrier he in pure argetnto. Apiegan la tronfal perpetua coce. Esta Orden constituye una de las cinco que se instituyeron en los Santos Lugares: La Orden del Temple, La Orden de San Juan de Jerusalén,
La Orden del Santo Sepulcro, Los Caballeros Teutónicos y La Orden de los Lazaristas. Los primeros custodiaban el Templo y llevaban la cruz "paté" de gules; los segundos usaban la cruz blanca de ocho puntas: los terceros fueron llamados en su origen sepulturistas, los primeros freires de la Orden que estudiamos; los Caballeros Teutónicos cuidaban del Hospital de Santa María y los Lazaristas asistían a los leprosos y se distinguieron por la cruz verde de ocho puntas. Los sepulturistas estuvieron encargados del Sepulcro desde el año 1.098. Desde un comienzo tomaron gran incremento y estaban obligados a aportar 1.000 sirvientes de armas; los Templarios presentaban los caballeros y los Caballeros de San Juan de Jerusalén, 50.
Y en la corte del rey de Jerusalén tenía que haber constantemente 100 Caballeros del Santo Sepulcro con el objeto de cubrir las expediciones militares que se fueran presentando. Tal cosa motivó que los caballeros de esta Orden tomaran parte en casi todos los hechos de armas a partir del año 1.123, luchando al lado del rey Balduino de Jerusalén.
Estuvieron en el sitio de Tiro, en el año 1.128 en la toma del castillo de Monteferrand, en 1.146 en el sitio de Damasco, en 1.153 en la toma de Arcalea, en 1.182 en la batalla de Bethsan, en 1.180 en el sitio de San Juan de Acre, en el que murió, combatiendo, el Prior de la Orden. Con la toma de Jerusalén por los turcos, los Caballeros del Santo Sepulcro se trasladaron a Europa extendiéndose por Polonia, Francia, Alemania y Flandes, instituyendo diversos conventos entre los que pueden citarse los de Parma, Perusa y París.
En lo que respecta al distintivo, los caballeros de esta Orden utilizaban la cruz potenzada roja en el manto, divina heráldica de Jerusalén, y la cruz patriarcal de doble traviesa sobre el pecho. Habrá que decir que al estar encargado los Franciscanos de Tierra Santa, el Papa León X los autorizó para armar caballeros del Santo Sepulcro a cuantos peregrinos llegaban a Jerusalén y así lo solicitaban, siendo condición indispensable pertenecer a familias principales de Europa. En el año 1.480, el Papa Inocencio VII decidió incorporar la Orden del Santo Sepulcro a la de Jerusalén y más tarde, el Pontífice Pío X se reservó el Gran Maestrazgo en el año 1.904. En lo que toca al uniforme, con ligeros variantes según los países, es de paño blanco, con charreteras de coronal, espada y sombrero de dos puntas.
En la antigüedad existían tres clases de caballeros: De Honor y Devoción, los de Justicia y los de Gracia Magistral, nombrados por el Gran Maestre título honorífico. En la actualidad, la Orden se divide en tres grados: Caballeros, Comendadores y Grandes Cruces. En lo que se refiere a esta orden en España, hay que decir que al encontrarse el país en la época de la Reconquista, no había que salir de él para luchar contra los mahometanos. Claro que de esta labor se encargaban en alto grado los Caballeros Templarios hasta el punto que, en Cataluña, el conde soberano Ramón Berenguer III tomó el hábito de esta orden.
En Aragón, el rey Alfonso I el Batallador quiso hacer otro tanto, pero eligiendo la Orden del Santo Sepulcro, y la instituyó heredera de su reino y dominios, conjuntamente con la del Hospital y la del Temple, según su testamento de 1.134. He aquí cómo, de hecho, quedaban tres órdenes Militares como soberanas del reino de Aragón, hecho insólito no dado hasta entonces. No obstante sus Maestres tuvieron el buen tino de declinar dicha soberanía sobre todo al comprobar que el reino se alborotaba por que decidieron ceder sus derechos al conde soberano de Barcelona Ramón Berenguer IV que así ceñía en sus sienes la Corona de Aragón.
Muy agradecido por la merced, el soberano catalán ingresó en la Orden del Santo Sepulcro, pero sin renunciar a la gobernación de sus Estados, con lo cual la citada orden quedó firmemente asentada en Cataluña. Las otras dos Órdenes Templarios y Hospitales, renunciaron asimismo a sus derechos sobre la corona de Aragón y el asunto quedó definitivamente resuelto. Los caballeros del Santo Sepulcro continuaron batallando contra los musulmanes hasta el punto que el rey Jaime I el Conquistador los hizo objeto de grandes y ricas mercedes.
Para indicar la descendencia de la orden al Patriarca de Jerusalén, en las iglesias de esta Orden siempre se ostentaba en su fachada la cruz patriarcal de doble traviesa. Por el breve pontificio de 1.907, el Papa Pío X se reservó el Gran Maestrazgo de la Orden, nombrando lugarteniente suyo al Gran Patriarca latino de Jerusalén. El uniforme de los capitulares nobles de España consiste en la casaca blanca, con charreras de coronel y la cruz roja quíntuple en el pecho. Pantalón azul con franjas doradas. Sombrero bicornio.
Así y todo la historia está manipulada en las aseveraciones anteriores. Ya que en el Reino de Jerusalén, nunca existió una Orden Militar ni hospitalaria con ese nombre, ni tampoco entró nunca en combate. Las cruces a las que hace referencias, son las del Reino de Jerusalén. Es cierto que es una Orden de Canónicos del Santo Sepulcro, que siglos más tarde, una vez perdida Jerusalén se convirtió en Orden Vaticana; como una de las mercedes nobiliarias más importante.
LA HISTORIA ES MUCHAS VECES MANIPULADA.
Entrega de Letras Patentes.
Fueron distinguidos con escudos de armas:
D.- JESUS CALLE CAÑAS
D.- FERNANDO LEON CORDENTE
D.- MANUEL BONILLA PEREZ
D.- FLORENCIO DE LA FUENTE SANZ
Los Caballeros de la Orden distinguidos fueron:
Excmo.Sr. D.- ANTONIO CUETO SANCHEZ-MALO
Ilmo.Sr. D.- BRAULIO GUTIERREZ CORTES
Ilmo.Sr. D.- PEDRO REYNALDOS MARTINEZ
Ilmo. Sr. D.- JESUS RODRIGUEZ PEÑUELO
Ilmo. Sr. D.- ANGEL EGIDO PEREZ
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